llevo fiebre en el poema
para situar al cordero
sobre el prado del alma
y hacerle pastar en las melancolías.
los ángeles perdieron el sendero
y es que las nubes merodean
mi instinto de pájaro.
¡ya no rezo!
todavía soy la muchacha que lamenta su jauría
y se postra en el pétalo de la vergüenza.
soy la deudora
la incitación
el holocausto de corazones
sobre la mesa.
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