miércoles, 7 de marzo de 2012

XIII


No puedo mostrar el terror del rebaño.  El miedo se viste de vítores y conformidad.  Se cubre con las amapolas de los parques huérfanos para subir el puntaje de la opinión pública.  Mira cómo tus manos cincelan los adoquines de la plaza vieja donde caí de rodillas ante la fundación de tu cuerpo.  Hubo entonces quien fornicó en mis afluentes y me dio hijos de papel.  Hubo quien no soportó el disfraz y se lanzó a la fuga para dejar en mí nuevos calvarios.  Así fuimos descubriéndonos: Amad los unos a los otros.  Creced… Del mismo modo: Proletarios del mundo, uníos…  Algo tan simple como arrojar la moneda y perder.

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