domingo, 11 de marzo de 2012

XIX


Agarrémonos el corazón como fieles discípulos de La Pasión y El Misterio.  El cautiverio es una bala de salva que promete quitarnos el disfraz.  Siempre fuimos un verso detrás de las cortinas.  Yo soy el que pasa por las noches frente al mar con cara de viandante mutilado que golpea los espectros.  Nunca he nacido.  Digo que cualquiera es penitente aunque le crezcan alas y se calcine en alguna promesa.  Digo y sueño donde tus manos cuecen mi hambre.  Enclavo un padrenuestro para sofocar los peligros.  Me nacionalizan y no soy Lázaro.  Ningún perro lame mis laceraciones.

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