viernes, 16 de marzo de 2012

XXIV


Te hice lugar en mi cuerpo. ¿Y dónde estás?  Aprendí a ser veleta mas no te encuentro en las floraciones de la ciudad.  Las primaveras cada día están más deshojadas.  Se perdió la llave de mi amnistía y nadie se arriesga a quemar estos salmos que no logran ser el preludio.  ¡Salve Palestina!  ¡Salve Habana!  Sólo tengo piedras en el pecho.  Una tentación de partituras atrae la fetidez de himnos salvajes para la conversión.  Llevo las espadas de acudir a los entierros clavadas en el vientre y no es el harakiri.  ¿Quién me descubre en pie sin ventanas?  ¿Quién te arranca de mi oxígeno?  ¿Qué infiel podrá patear estas heridas?

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