sábado, 17 de marzo de 2012

XXV


No puedo cruzar la frontera, ni un libro de Vargas Llosa o un trozo de The Beatles… Todo aquel que lo intente será condenado.  El nuevo cielo que se abre es rojo y no admite fragilidad.  Tengo que salvar las emociones de la fragua.  Soy mi hoguera, a veces, Juana de Arco.  Pero no puedo ser Juana de Arco ni purgar mi síndrome de claustrofobia y, mucho menos, cuando vienen y flagelan.  Mi cerebro es impermeable.  ¿Con cuál látigo despedazarán mi silencio?  No me confieso inocente, tampoco culpable.  El verdugo nunca se quitará la capucha.  Ya no existe tortura que someta todos los miedos.  ¡Rezad por mí!  Desconozco los crímenes, salvo aquellos que vienen a morir ante mis pies.

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