PARA UNA LUNA EN CRECIENTE CADA DÍA
Enfermo de peñascos
de metamorfosis
carcomida en escaleras.
He llegado a tu
labio
-es decir
a tu corazón de
cielo
que clava en mi
rabia la alucinación
en mansedumbre-.
Dios podrá
vindicar el gentilicio de las piedras
que aguardan por
la caída de las horas
cuando hilo en
las charcas
el naufragio del
perfume.
No puedo comer
la manzana de la perdición.
Con ojos dulces enveneno
los mapas.
Voy a regalarte una oveja
dibujaré un bozal…
Así estarán
fuera de peligro las flores
y podré amanecer
junto a las grutas
al tiempo en que
el arco iris se deslice por la arena.
Cualquier mago
nos sacará entre pañuelos
-como un tatuaje-
mientras la
ferocidad se llame asteroide.
Los recién
llegados
no tendrán
cabida entre mis piernas:
la oveja devora
la soledad
con su luna de
distancia.
El poema me resulta muy bien, amiga. Que estás prolífera y atinada. Te felicito
ResponderEliminarBeso
Pichy, prolífera no lo sé. Escribo a mi ritmo (sin prisa pero sin pausa). Ocurre que he sacado del cajón de los recuerdos estos ripios que alternativamente los trato de pulir. Son textos que tienen más de 20 años.
ResponderEliminarGracias.
''He llegado a tu labio
ResponderEliminar-es decir
a tu corazón de cielo
que clava en mi rabia la alucinación
en mansedumbre-.''
A sus pies señora...jajaja...luego de esto, no creo que me atreva a escribir en una buena tempodada..
Besos.
Muchas gracias, Indiasena, pero no creo que sea para tanto. Cada cual hace lo que puede.
ResponderEliminarBienvenida a mi blog!