domingo, 28 de diciembre de 2014

(EN CONFIANZA)

A veces voy en búsqueda de una sonrisa y se retuercen las bocas. Salgo a buscar esa porción de mí que me identifica con el resto de los mortales. Solo a veces, tengo en mis manos el poder de arrebatarme la angustia y plasmar cada gota de sangre que no envejezca en los harapos del tiempo. Alguien dijo: “vimos la perla” entre los vientos desesperados que se disputan el fuego, solo que nos sobra la esperanza, solo que…
Ya sé, ya sé lo que cuesta un gramo de quietud. ¡Un paso en falso y seremos la culpa! Es inútil la opresión de la garganta cuando se avizora el estallido de la voz en las cuatro esquinas del mundo. La protesta forma un caos en los corazones, pero se vislumbra el furor del ansia. ¿Y después qué? Los dioses de carne y hueso estamos hartos de que nos pisen la cabeza. Es hora de calzarnos y espolear las encrucijadas de la vida. No puede ser eterno el crimen.
¡Por cada mano inútil se alzan mil voces! Es cierto que la rebeldía, a veces, inverna. Oigo el silencio cuando llora, cuando moviliza montañas, cuando toca el cielo… Somos muchos poetas de estopa, pero oigo a Dios en la hondura del zapato desde el poema que sangra… ja ja… ¡Que nos condenen! ¡Ya no duele la bofetada! 

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