martes, 2 de junio de 2015

DESOBEDIENCIA

A toda hora me silencian altavoces,
los escrúpulos y bronces del tiempo en purgatorio.
Ahora me invento vocablos
para que no me conduzcan a la mazmorra de los infieles
y los eruditos se rasquen la duda.
Me acallan los decibelios de una estrella
que siempre se posa en mi hombro.
Así nadie se enfrentará 
a la costumbre que tengo de escupir máscaras.
El infinito quiere tragarse mi lengua
con su séquito de psicoanalistas
                             y la doble moral de las urnas.
No sé qué hacer con tanta libertad entre garras.
El tótem ante el que debo postrarme
                                                -si lo dejo-
se comerá mi cabeza.

2 comentarios:

  1. Me resulta muy bien logrado, amga. Estupendo!

    Beso

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  2. Hola marlene, hay veces que la palabra la consideran el enemigo por el poder que poseen e imponen la censura sin que sepan que la palabra siempre vuela libre en el aire y al aire no lo pueden borrar ni silenciar ni poner fronteras. La palabra es el arma más poderosa que tienen los oprimidos de ahí sus miedos.
    Muy bonito y expresivo.
    Un abrazo.

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