lunes, 27 de febrero de 2012

IV



Es el sueño no imputable a los astros quien podrá explicar este golpe.  He roto las tablas de la ley.  Judea podrá ser la amada perfecta pero no lo es.  No quiero réquiem por la inocencia.  Aquí no hay inocentes.  Justos y pecadores son tu propio orgasmo.  Acomódame sobre las rocas, sobre puntos suspensivos...  Déjame llegar en paloma a los verdes limbos de La Creación.  ¡Hosanna!  Hasta entonces bendíceme en el nombre de la paciencia.  El séquito mercenario NO PASARÁ.  Tampoco lo quiero. Asumí la claridad de los placeres y no opto por la recompensa de El Edén.  Ya mi sangre rueda por tus manos.  No hay elegía posible.  Olvídame en los domingos sin afeites y sin misa o recuérdame mientras desandas el barro.

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