lunes, 27 de febrero de 2012

VI


Me he perdido como oveja de insomnio que abre las compuertas de la soledad.  Aquí mueren las nubes y no queda sitio para el pasto.  Aquí se clavan una flor, un hijo, una cruz… y me vence el destino.  He tratado de reconciliarme con el cielo pero los ángeles padecen de rabia.  Yo no puedo ser la salvación.  No me hará bien.  No poseo más que un corazón bañado en purgatorios cuando mi cuerpo está retenido en la lluvia y en la luz.  No fui héroe ni seré mártir, al menos, por propia voluntad.  ¿Cómo convertir mi carne en pan y mi sangre en vino?  No contemplarán mi cabeza caída sobre el hombro porque nadie quiere negar mi vida.

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