martes, 28 de febrero de 2012

VII


Padre, no saben lo que hacen.  Es bueno que distingan cuánto de humano soy.  Alguna de estas noches lograré retener la estrella azul.  Es el faro para el caminante que ha de cargar la esperanza o mi ceniza mientras la música grite sobre la hierba seca.  Necesito, desde mi estigma, pactar con tu voz.  Puede ser que mi amor engendre hijos en el pecho pero he violado el mandamiento al creer en las consignas.  No te amé lo suficiente.  Habrá quien no comprenda.  ¡Perdona!  Tampoco yo entendí cuando tuve sed y no me oíste, cuando toqué el cielo demasiado espinoso.  No creo que las estrellas sonrían cada vez que nos sentamos a la mesa y compartimos el hambre.

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