miércoles, 28 de marzo de 2012

XXXVI


Tus manos se empeñan en recorrer mi silencio.  Pero de cuál silencio hablas.  No esperes a tu hijo.  Eyacula otra moneda del más allá y procura que no nos falte la alquimia para sobrevivir.  No quiero trampas. No quiero buscar otras coordenadas, viejos cánticos, inútiles favores…  Mi espalda viene aguijoneada y con veneno.  Por lo menos, clávale una estrella.  Quién desatará las legiones de honor en la conciencia.  Por supuesto, creo que tú no.  Dónde está el cielo.  Al final, una estatua de paz no recompensa.  Sé que pasas las noches rezando por mí.  Pero de qué sirve.  De qué se me acusa.  Yo no puedo ir al mar como lo hacen los tristes.  Vivo de pobrediablo en callejón sin salida.

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