jueves, 29 de marzo de 2012

XXXVII


No puedo ir al mar.  Ya para qué.  Alguno quiere cortarse las venas pero la cábala es irrefutable.  Cuántos hijos ofreces al monstruo.  Cuántos caen en la boca de escualo.  Y dices que esto es perdonable.  Las pantallas están vacías, como siempre…  Hay una esperanza anclada en lo profundo y no es un titanic.  Da voces de éxodo, bocanadas de agonía...  Las manos de aplaudir ahora, fabricarán su barco después…  Quién asegura que esto no es vana costumbre.  Aquel que me niegue tres beses, me besará mil…  Sobre un tablero de agua nos mantendremos en jaque.  Yo no.  Cuál es la maldita verdad en todo esto.  Se me están gastando los pies entre mi casa y la bahía, y no respondes.  Ni siquiera poseo un ala de mariposa para abanicar mi delirio ni otra reflexión con la que especular.  No encuentro un funeral que nos invite a morir.

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