viernes, 30 de marzo de 2012

XXXVIII


No sé quién soy.  Tengo el cuerpo de indio americano con olor a ron, tabaco y palma real, a simulacro y desidia.  Tengo corazón europeo y alma de olvido, la rebeldía de las aguas y el dolor de Palestina.  Quién soy.  Acaso me llamo Troya, Luanda o Nagasaki…  Cualquier fantasma abandona su púlpito y se multiplica en arenas.  El infierno desempolva al agravio por tres días si has honrado a tu padre y a tu madre, o te llevan a morir lejos de casa.  Dónde están las decapitaciones hermosas de la locura que me extirparon el evangelio.  No creo en el dios asesino con cara de buena gente que nos impones.  Abortar las ideas perfila en los calendarios utópicos sin jueces para el futuro.  A quién condenarán de alta traición.  

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